imagotipo-tresedesign-bg-darkgrey-invertido
La Ciénaga Grande de Santa Marta se niega a morir
Publicado: 05/02/2023

LA CIÉNAGA GRANDE DE SANTA MARTA
SE NIEGA A MORIR

La historia de la Ciénaga Grande de Santa Marta se divide en dos, antes y después de la construcción de la carretera que conecta a Santa Marta de Barranquilla. Antes de la construcción de la carretera (Siglo XIX y mitad del XX), la Ciénaga Grande de Santa Marta se componía de extensos manglares como hogar y refugio de fauna acuática marítima y ribereña, porque es un sitio donde se mezcla parte del agua del río Magdalena y otros ríos de la Sierra Nevada de Santa Marta con el Mar Caribe. Este gran cuerpo de agua estaba caracterizado por sus grandes corrientes que oxigenaban el agua y la hacían de buena calidad para todas las especies que allí habitaban, tanto para especies marítimas de grandes profundidades como otras especies ribereñas que les gusta la menor profundidad como sitios de manglar y asentamientos palafíticos como Buenavista, Bocas de Cataca y Nueva Venecia.

En la década del 50, la Ciénaga Grande sufrió un trauma que cambió las condiciones sociales y ambientales para siempre. La construcción de la carretera tapono los flujos de agua de la ciénaga hacia el mar Caribe, incrementando la evaporación, disminución del oxígeno, concentración de la salinidad, en consecuencia, la mortandad de manglar, peces y afectaciones sociales que jamás ha sufrido Colombia en temas ambientales. La totalidad de la magnitud del impacto negativo de la carretera que conecta Barranquilla de Santa Marta no se ha podido saber en su totalidad, considerando las afectaciones biológicas, hídricas, sociales, económicas y hasta espirituales (sitio sagrado dentro de la línea negra de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta). Algunos ejemplos claros son: i) antes de la construcción de la carretera, el área de manglar en 1956 era de 51.150 hectáreas y 1995 disminuyó a 17.760 hectáreas (65% de pérdida de cobertura); ii) En 1967, la ciénaga producía 27.000 toneladas de recurso pesquero y en 1987 ya estaba produciendo 1.785 toneladas. Solamente con estos dos ejemplos nos damos cuenta de la magnitud de afectaciones que generó una simple carretera de dos carriles de aproximadamente 60 kilómetros.

Un segundo suceso que cambió la vida de las familias de la Ciénaga Grande de Santa Marta fue la masacre de Nueva Venecia a mano de setenta paramilitares en el año 2000, que supusieron que estos pueblos eran aliados de la guerrilla y tomaron estas medidas para ejercer control territorial, matando a quince pescadores, para luego irse a Buenavista y matar doce pescadores más. Se dicen que fueron cincuenta personas, pero no se sabe la totalidad. El miedo y el trauma en las familias generó un desplazamiento hacia Tasajera, Sitio Nuevo, Barranquilla y pueblos aledaños. Con el paso de los años, las familias volvieron, pero siempre quedó ese recuerdo en la historia de la comunidad.

Este territorio anfibio también tiene un lado positivo, siendo las organizaciones gubernamentales, académicas y no gubernamentales que han conseguido proyectos sociales y ambientales para resarcir el cuerpo de agua costero más grande de Colombia que mide 45.000 hectáreas. Han optado por protegerlo a través de medidas legales nacionales e internacionales, por ejemplo: i) es una zona declarada como zona RAMSAR en 1998, para tener un marco de acciones y de cooperación para conservarlo; ii) Es Santuario de Flora y Fauna desde 1977; iii) Zona de Reserva Exclusiva en 1978, como herramienta de planificación entre pescadores artesanales locales y especies de importancia económica y ecológica; iv) Reserva de la Biosfera de la UNESCO en el 2000 para conservar las especies y la reserva genética del ecosistema para fines educativos y científicos; v) Parque Nacional Natural Isla de Salamanca en 1964, siendo una de las primeras áreas protegidas de Colombia.

Nuestro destino está concentrado en los pueblos palafíticos de Buenavista, Nueva Venecia y Tasajera, compuesta de asociaciones pesqueras y emprendimientos turísticos que buscan mejorar la calidad de vida de las familias y de sus corregimientos, a través de proyectos nacionales e internacionales. Son pueblos donde no hay motos, ni carros, ni andenes, y los perros pasan de casa nadando o en la canoa, ya que para los pobladores de Nueva Venecia y Buenavista solo se transportan por este medio, al vivir sobre el agua. Estos pueblos pertenecen al municipio de Sitionuevo, tienen energía eléctrica, internet, cocinan con leña de manglar, el agua la traen de un caño de agua dulce del brazo del Río Magdalena donde se llenan en unas canecas y se reparten al pueblo, el agua potable si es en bolsa y tienen un grupo de música local llamado el Congo buenavistero, donde se baila se canta y se tocan instrumentos que perduran por generaciones.

Conoce este territorio pesquero, cambia de entorno, ten una experiencia nueva sobre el agua y guarda en tu memoria los conocimientos que puedes aprender de estos pescadores y sus familias, para que cambies la monotonía de estar en tierra, en la ciudad, y con las mismas actividades de siempre. Prueba nuevas cosas como comidas, a coger una atarraya, a bogar en una canoa, a dormir sobre una casa en el agua, a sembrar manglar y conocer la fauna y flora de este paraíso de importancia ecológica. Cada paquete vendido contribuye a los procesos de conservación de manglar y su fauna, el fortalecimiento ancestral del pescador, a la asociatividad local, al arraigo al territorio, a fortalecer alternativas económicas en generaciones jóvenes y adultas. En conclusión, tu visita acerca más a la visión comunitaria y local de los pobladores locales de quienes te atienden.